A las chicas nos enseñan muchas cosas desde pequeñas: si un chico te incordia, es que le gustas, y nunca te cortes el flequillo, así algún día conocerás a un hombre maravilloso y tendrás tu propio final feliz. Cada película que vemos, cada historia que nos cuentan, nos piden que creamos en ellas: el giro al final de la historia, la declaración de amor inesperada, la excepción a la regla. Pero a veces, estamos tan obsesionadas por encontrar nuestro final feliz, que nos olvidamos de leer las señales, las que diferencian a las que nos quieren de los que no, a los que se quedarán de los que se irán. Y es posible que ese final feliz no incluya al hombre ideal, puede que seas tú recomponiéndote y volviendo a empezar, liberándote para algo mejor que puede haber en tu futuro. Puede que el final feliz sea simplemente pasar página, o puede que el final feliz sea saber que a pesar de que todas las llamadas no devueltas, de todos los desengaños, las meteduras de pata y las señales malinterpretadas, a pesar de todo el dolor y el bochorno, nunca perdiste las esperanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario